4 claves que evitarán las resistencias en las personas de tu equipo

Resistencia-al-cambio-nGloba-Strategy.jpg

Cuando, como líder de la organización, decides abordar un proceso de cambio, lo haces con el convencimiento de que es para mejor, y que éste llevará a la empresa a conseguir esos resultados soñados. Sin embargo, en el momento en que comunicas tu visión de futuro y estrategia al resto de la organización, esperando que sea suficiente para que todos se unan a la causa, nos enfrentamos a la realidad: por suerte, hay algunas personas que se entusiasman, pero se oye más (generalmente elevan su tono de voz) a aquellas que muestran abiertamente su desacuerdo con la visión, con el camino a recorrer, con la forma de abordarlo… Además, están las personas que muestran una actitud más “pasiva”, de forma que no expresan abiertamente su punto de vista con respeto al cambio de rumbo. Pero, ¿qué ocurre aquí? - te preguntarás.

Hasta este momento el sistema se encontraba en equilibrio. Todos habían aprendido a funcionar de una manera determinada. Conocían qué debían hacer, qué se esperaba y no se esperaba de ellos… Se habían creado una zona donde se sentían “cómodos” o “incómodos”, pero de cualquier modo era la que conocían… y según dice nuestro conocimiento popular: “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. Así que la resistencia a cambiar, a desequilibrar el sistema tal como lo conocemos es algo que se da en todos los proyectos de cambio.

En una situación así, las personas nos enfrentamos a un duelo emocional. “Puede que esto traiga cosas buenas, pero me preocupa más otra cosa: ¿qué voy a perder?”

Para evitar que estas resistencias en tu equipo supongan un barrera inquebrantable para que tu proyecto de cambio se lleve a cabo, necesitas:

  1. Gestionar la incertidumbre para aumentar la confianza y capacidad para enfrentarse al cambio, de manera que se viva la incertidumbre como una oportunidad. 
  2. Trasladar el foco del coste al beneficio, haciendo que las personas entiendan lo que van a ganar con el cambio.
  3. Alinear el estilo de dirección con los valores y los comportamientos que se persiguen para que el cambio se pueda producir desde “el corazón” de la organización.
  4. Poner la estructura, procesos y sistemas al servicio del equipo, de forma que sirva como apoyo y fomente los comportamientos que se requieren de las personas para el éxito del proyecto.

¿Y tú? ¿Anticipas las resistencias que pueden surgir en tu empresa y las trabajas para minimizar su impacto?

Anterior
Anterior

Ya no hay marcha atrás: transformarse es la única salida

Siguiente
Siguiente

¿Sabes cómo generar confianza en tu equipo?